Al trote

En este oficio de escribir una columna diaria las dudas suelen tomarlo a uno por asalto ni bien pone `send` y el mail sale irreversible hacia la Redacción. Es más, es muy raro convivir con alguna certeza. Cuando pasa eso, hay que desconfiar, también.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailLas sensaciones, además de particularmente extrañas –mezcla de angustia y resignación porque lo escrito, escrito está- tienen la duración de esos insectos que viven 24 horas. Mueren justo en el momento en que nace una nueva columna. Y el ciclo vuelve a repetirse, como “El día de la marmota”. Cotidiano e incierto.
Ni hablar cuando los temas tienen mucho de autorreferencial. La duda se transforma en pregunta que vuelve una y otra vez, con la persistencia de un perrito faldero: `¿a quién le importa lo que a mí me ha pasado o me está pasando?`
